La genealogÃa de Jesús, ¿Por qué es importante?
La genealogía es el conjunto de los antepasados de una persona, y el estudio y seguimiento de la ascendencia y descendencia de una familia. En muchas ocasiones se representa como un árbol con un tronco central que se va ramificando en función de los hijos, nietos y descendencia, según la numerosidad de la familia. Personalmente me gusta mucho el estudio genealógico. Tratar de averiguar de quiénes vengo, cómo se llamaban, que oficio tenían, dónde vivían, qué creían, etc.
La genealogía nos habla del legado ¿Qué nos han dejado nuestros antepasados? En algunas ocasiones pueden dejan herencia, cultura, tradiciones, patrimonio, fe o solamente el apellido.
En nuestra cultura moderna, muy pocos son los interesados en el patrimonio familiar. Es posible que tengamos algunas tradiciones familiares, pero la mayoría ni siquiera saben los nombres de sus tatarabuelos, ni se preocupan de dónde eran, dónde vivieron, qué hicieron, etc. La genealogía moderna está reservada principalmente para los aficionados. Sin embargo, las genealogías eran una parte profundamente integral de la sociedad judía en la época de Jesús. La tierra se heredaba en base a las líneas familiares, y aquellos que no podían probar su ascendencia en Israel eran considerados forasteros.
Debido a esta diferencia, los lectores modernos suelen pasar por alto las genealogías de las Escrituras. Pero recuerda que “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo. 3:16-17). Dios tenía razones para inspirar cada parte de la Biblia, incluso la genealogía de Jesús.
Imagínate rastrear con precisión tu ascendencia 4000 años atrás. Por increíble que parezca, el linaje bíblico de Jesús hace precisamente eso. Su genealogía está registrada desde el primer hombre, Adán. Este no es un detalle insignificante; es un cumplimiento crucial de la profecía. El pecado de Adán trajo juicio y muerte al mundo, pero se prometió un Salvador: la simiente de la mujer que heriría la cabeza de la serpiente (Génesis 3:15). Jesucristo es el “postrer Adán” (1 Corintios 15:45), la Simiente prometida de la mujer, que Pablo resumió: “Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida” (Romanos 5:18).
Jesús es el Salvador que fue prometido a lo largo de la historia. La genealogía de Jesús en Mateo y en Lucas lo muestra como descendiente de Abraham, Isaac, Jacob y finalmente David, hombres a quienes se dirigieron estas profecías. Dios le prometió a Abraham que todas las naciones serían bendecidas a través de su descendencia, lo cual finalmente se cumplió en Jesucristo (Gálatas 3:7-9, 16).
Al leer estas genealogías, también vemos que Jesús era descendiente directo del rey David. La geneaología de Jesús es también el cumplimiento de muchas promesas del Antiguo Testamento, como lo demuestra Hechos 13:22-23 “Quitado este, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero. De la descendencia de este, y conforme a la promesa, Dios levantó a Jesús por Salvador a Israel”. El Mesías prometido sería descendiente de David (2 Samuel 7:12-14) y un día gobernará en el trono de David (Isaías 9:6-7).
Jesucristo ha cumplido estas profecías y cumplirá del mismo modo todas las profecías mesiánicas en las Escrituras. Él es el Mesías prometido, el descendiente de Abraham y David, nuestro Salvador, quien dio Su vida para redimirnos de nuestros pecados. Un día reinará sobre esta tierra por mil años y Su reino no tendrá fin.
¡Alabado sea Dios por su fidelidad en el cumplimiento de todas sus promesas!
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