Génesis 39:20

Regístrate gratis para leer este libro.

Regístrate gratis para leer este libro.

Regístrate gratis para leer este libro.

Regístrate gratis para leer este libro.

El comienzo de la historia redentora
El libro de Génesis comienza la historia de la relación de Dios con la humanidad, cuenta la triste historia de cómo esa relación salió muy mal y describe la solución prometida por Dios a esa crisis, una solución que alcanzaría su gloriosa conclusión en Jesucristo.

Génesis 1 presenta a la persona central de la historia bíblica: Dios es el Creador-Padre-Rey. Dios creó la raza humana a su propia imagen, como sus hijos e hijas reales para establecer su reino en la tierra (Gén. 1:26-28). A medida que la humanidad se multiplicara sobre la tierra, debían establecerla como el reino de Dios, en el que la voluntad de Dios se hacía en la tierra como en el cielo. El resultado previsto era que el Rey Creador morara entre una floreciente comunidad humana en una especie de reino paradisíaco. El cielo y la tierra se cruzarían y Dios sería todo en todos.

A pesar de la desastrosa rebelión de la raza humana, esta intención original para la creación sigue siendo la meta de la restauración cósmica de Dios realizada en Jesucristo. El resto de la historia redentora después de la rebelión narra y explica el desarrollo de esta restauración cósmica.

La rebelión de la humanidad
Génesis 3 relata la crisis de la historia redentora, consistente en la rebelión del hombre contra Dios. Descontento con el papel de gobernar bajo Dios, Adán y Eva, atraídos por Satanás en forma de serpiente, se aferran a la igualdad con Dios. El resultado es desastroso. Por su acto de alta traición, Adán y Eva son exiliados de la perfecta comunión con Dios en el jardín del Edén y excluidos del árbol de la vida. El pecado y la muerte entran en el mundo. Toda la creación queda esclavizada a la inutilidad y la corrupción. Satanás ha usurpado con éxito el trono de la humanidad como gobernante del mundo (ver Lucas 4:5-6; Juan 12:31; 2 Cor. 4:4; Ef. 2:2).

El juicio de Dios
Génesis 6 informa cómo la humanidad, creada para llenar la tierra con el gobierno de Dios, en cambio la llena de violencia (Gén. 6:11, 13). Originalmente creada como "muy buena", la tierra ahora yace arruinada a causa del pecado (1:31; 6:12). La paciencia de Dios se agota y, en su dolor, decide destruir a la humanidad junto con la tierra arruinada (6:13). Dios invierte el proceso de creación de Génesis 1 al abrir las compuertas de la creación arriba y abajo, para inundar la tierra y devolverla a su estado de oscuro caos previo a la creación (1:2).

Toda vida se extingue, a excepción de una sola familia. Debido a la justicia de Noé, Dios lo preserva a él, a su familia y a un remanente del mundo animal en un gran barco. Luego, las inundaciones disminuyen y Noé desembarca en un nuevo mundo lavado y limpio. Este es un nuevo comienzo. Aunque Noé posteriormente fracasa, como lo hizo Adán antes que él, el patrón redentor está establecido. Dios pretende cumplir sus intenciones originales de creación a través de una humanidad dirigida por una cabeza justa. Sin embargo, a diferencia de Adán y Noé, el último Adán, Jesucristo, de hecho libera un remanente por su justicia, para que él y ellos juntos puedan gobernar un mundo santo y restaurado (ver Rom. 5:12-21, 8: 18-30; 1 Cor. 15:20-28, 42-57).

La promesa
Génesis 12:1-3 es la respuesta de Dios al problema de la rebelión de la humanidad narrada en los primeros once capítulos del libro. Dios promete a Abraham una tierra, una descendencia incontable, y que todas las familias de la tierra serán benditas en él. A través de los descendientes de Abraham (Israel y, en última instancia, el rey real de Israel, Jesús), el Rey Creador reclamará su mundo. La bendición y la vida vencerán y tragarán la maldición de Génesis 3. Dios está decidido, por su gracia, a restaurar a la humanidad y al cosmos entero al paraíso que era en el Edén.

Temas universales en Génesis
La imagen de Dios. Génesis enseña que todos en la tierra son creados a imagen de Dios (Gén. 1:26-27; 9:6). Esto significa que somos creados como Dios en ciertas maneras: por ejemplo, en nuestra capacidad de amar, hablar, crear y razonar, así como en nuestra capacidad de establecer relaciones con nuestros semejantes. La imagen de Dios también se ve en la forma en que los humanos deben gobernar la tierra, bajo Dios, quien gobierna sobre todo. Debido a que cada persona está hecha a imagen de Dios, cada persona es inherentemente valiosa para Dios y debe ser tratada con dignidad independientemente de su origen étnico, edad, estatus de clase o género.

El pecado y el problema del corazón humano. Génesis muestra claramente que el corazón humano caído está lleno de pecado. La razón por la que Dios decidió destruir a la humanidad en el diluvio fue que "todo intento de los pensamientos de su corazón era siempre sólo el mal" (Gén. 6:5). Sin embargo, a pesar de experimentar el juicio de Dios en el diluvio, la humanidad volvió a caer en pecado (8:21). Entonces, el diluvio no resolvió el problema del pecado y la rebelión de la humanidad. Noé y su familia transmitieron la infección del pecado a su descendencia y, por tanto, a todas las naciones de la tierra. Las muchas expresiones de rebelión del mundo contra su Creador surgen del problema más profundo y fundamental del corazón caído con sus deseos descarriados. Para cumplir su intención original para la creación, Dios debe encontrar una manera de perdonar el pecado y transformar los corazones duros con nuevos deseos. Esta misión divina finalmente se cumpliría en la vida, muerte y resurrección de Jesucristo.

El mensaje global del Génesis para hoy
Matrimonio y sexualidad. La intención original del matrimonio era, y sigue siendo, una relación matrimonial permanente entre un hombre y una mujer, expresándose el don de la sexualidad dentro de la libertad de esta relación exclusiva. Este ideal divino, expuesto en Génesis 2:18-24, sigue vigente, a pesar de las sórdidas historias que registra Génesis sobre cuán lejos los humanos se quedan cortos del plan de Dios. Leemos sobre la bigamia de Lamec (4:19-24), la brutalidad homosexual de Sodoma (19:1-29), la poligamia de Jacob (caps. 29-30), la violación de Siquem (34:2), el incesto de Rubén (35:22; 49), la prostitución de Judá (38:15-18), y los deseos adúlteros de la esposa de Potifar (39:6-12). Jesucristo reafirmó el ideal de Génesis 2 en su enseñanza, brindando instrucción sobre el divorcio en el proceso (Marcos 10:2-12).

Etnicidad y genocidio. La "tabla de naciones" en Génesis 10 rastrea todos los grupos étnicos y pueblos del mundo hasta sus ancestros comunes preservados en el arca (Noé y su familia). Habla de la genealogía original del mundo entero. El uso que hace el narrador de una genealogía para describir la diversa complejidad étnica, lingüística y geográfica de la humanidad revela que la raza humana es una enorme familia extendida. Por lo tanto, la arrogancia étnica, las guerras tribales, el racismo y la atrocidad del genocidio (el asesinato de un grupo por otro debido a diferencias étnicas) son males incomprensibles, ya que cada persona está relacionada como familia con todas las demás personas sobre la tierra. Sin embargo, debido al corazón malvado de la humanidad, sólo en Cristo esas luchas étnicas e injusticias raciales pueden encontrar su solución definitiva.

Ambiente. Dios encargó a la humanidad que administrara el mundo como sus mayordomos y no como tiranos egoístas. La humanidad debe representar a Dios, su carácter y su voluntad, porque Dios en última instancia gobierna el orden creado. El Rey Creador es sabio, amoroso, santo, compasivo, bueno y justo, y debemos reflejar su carácter en nuestra actitud hacia las cuestiones ambientales. Podemos aprovechar y utilizar los recursos de la tierra, pero no debemos desperdiciarlos, abusar de ellos ni explotarlos. La creación existe para la gloria de Dios y sus hermosos ecosistemas entrelazados deben protegerse para cumplir este propósito. Además, la humanidad depende totalmente de la Tierra y sus recursos para la vida. Por todas estas razones, la preservación y administración de la creación debería ser una prioridad urgente y significativa para los cristianos globales del siglo XXI.

Regístrate gratis para leer este libro.

Regístrate gratis para leer este libro.

Regístrate gratis para leer este libro.

Regístrate gratis para leer este libro.